mí admiradora número 1
Por la mañana, recibí dos notificaciones de Facebook, un mensaje de texto y una solicitud de amistad en mi teléfono. El mensaje decía: “Me gustaron mucho tus historias”, tanto el mensaje como la solicitud de amistad eran de la misma persona. Curioso, acepté y revisé sus fotos, esperando que no fuera un perfil falso. Para mi sorpresa, era una hermosa mujer con fotos cautivadoras en traje de baño, pero eso no tenía nada que ver con mi exhaustiva revisión.
Sentado en su cama, ella yacía perezosamente con la espalda hacia mí después de despertar. Tomé su guitarra y le pregunté: “¿Te importa si toco algo de música?”. “Nunca”, respondió rápidamente, “pero, está lloviendo ahora y quiero escuchar la lluvia un rato”. Dijo mientras torpemente apartaba la guitarra para apoyar la cabeza en mi regazo. Con delicadeza, coloqué la guitarra en el suelo y la observé por un momento, poco después de despertar. Todavía estaba sentado allí, con las fotos de lo que parecía ser una admiradora en la pantalla de mi teléfono. Había soñado con aquella tarde, un momento pasado que anhelaba revivir.
Después del mediodía, llegó un nuevo mensaje: “Gracias por aceptarme, ¿puedo preguntarte algo?”. No pude resistirlo y una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro, no podía hacer otra cosa más que aferrarme a esa esperanza. Mi plan era iniciar una conversación a partir de esa pregunta, que entrelazaría nuestras vidas y así revivir esos lejanos recuerdos, alcanzar ese algo, esa esencia de mi alma perdida en el pasado.
“¡Pregunta lo que quieras!”, respondí inmediatamente. “Estoy trabajando en un proyecto de marketing por internet y estoy buscando personas…”
No me molesté en leer el resto o continuar la conversación. Miré por última vez las fotos de su perfil, imaginándome cómo me invitaría a nadar en una tarde de domingo luciendo uno de esos provocativos trajes de baño. Al eliminarla de mi lista de amigos, me pregunté qué esperanza podía tener cuando los recuerdos que quería revivir eran parte de un sueño que el destino disfruta viéndome no cumplir. Es cruel, me permite rozarlo con la yema de mis dedos antes de alejarlo lo suficiente como para que esté fuera de mi alcance.
Tocando suavemente su mejilla, la lluvia ahogaba sus palabras y extraños ruidos que hace mientras duerme. Las paredes de su habitación son de color azul claro y la alfombra es azul oscuro. Ella me dijo que decoró la habitación así para parecer que estaba durmiendo tranquila en medio del océano. Aparté la mirada de ella y vi cómo la guitarra parecía flotar lejos de nosotros en lo que parecía ser agua. A medida que desaparecía en el horizonte, desperté, en camino a visitarla.
Cuando la visito, limpio un poco y coloco flores frescas, sus favoritas, un girasol y un tulipán. Ella solía jugar con sus pétalos. A veces me acuesto en la lápida de mármol y le cuento todo desde nuestra última conversación. Otras veces, me pierdo en el tiempo, apresurándome porque llego tarde. Siempre me voy inquieto, sintiéndome mal, nunca pregunto cómo le va en su vida amorosa…
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